lunes, 29 de agosto de 2011

¿Cómo se le explica al mundo sin tener que decir una sola palabra que te sientes vacía?

Con lo más obvio:
Una mirada. Cuando de una manera súbita pierdes el color, pierdes el brillo que tenías, pierdes la dulzura y sin darte cuenta, esos ojos enormes y hermosos que antes expresaban lo soñadora que solías ser, que expresaban la felicidad que se imprimía hasta en las cosas más pequeñas; ahora están vacíos, apenas un tanto menos que lo que llevas dentro. Sí, siguen siendo expresivos, pero ¿acaso has visto qué es lo que llevan a cuestas los últimos días? Tristeza, miedo, soledad, lo expresan todo menos tu bienestar.

Una (o varias) lágrima(s). Nadie nunca te dice lo terrible que es sentirte vacía, y mucho menos tienen el valor de decirte que pareciera que lloras ácido, que quema y deforma tu cara; y disfrazar los ojos hinchados con un poco de maquillaje, otro tanto de delineador. Esas lágrimas de delineador corrosivas avanzando por tus mejillas. Ácido, perdición.

Silencio. Supongo que no necesito describir esta parte, en la que no hablas, no ríes y en la medida de lo posible tratas de no llorar, es también la parte en la que intentas actuar como si nada pasara y callar todo lo que te duele, callar todo lo que sientes y en cambio disfrazarlo con una sonrisa, con un "Me encuentro muy bien :D " por escrito, por ese afán de no dejar que nadie vea lo miserable que eres. Guardas el silencio, guardas la sonrisa y ya ni siquiera te das cuenta de cuando ésta se convierte en una mueca retorcida.

Tres cosas bastante obvias, que las personas JAMÁS se detendrán a ver.

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