sábado, 21 de abril de 2012

En el río.

El cuerpo inmóvil sobre las piedras del río no siente más presión que la del agua erosionando su piel. Y aunque está desgastado, aunque se asoman los huesos y la sangre empieza a correr, no siente dolor. Calma. Tranquilidad de heridas abiertas, de piel desgastada y agua en movimiento. "Somos un mismo ente." Agua, mujer, río.

Las piedras se hacen polvo, la mujer ceniza, el agua se vuelve brisa y aún bajo el río ella pregunta: "¿Por qué aquí no puedo fumar?" "Quiero fluir por siempre, erosionar otros cuerpos y quedarme aquí." Decía la mujer mientras se le desmoronaban los labios. "Siento miedo a las espinas que me esperan al desembocar." Decía la mujer mientras la corriente le arrancaba un globo ocular. "Estado de normalidad avanzada, felicidad incontenible. Sin trabas, sin moños, sin corajes, sin traiciones, decepciones, sin dolor. Sin ti. ¿Y qué esperabas de una persona que orina donde bebe y se zurra donde come? ¿Cómo fue pensaste que llegaría a amarte como tú a él?". Fue su último pensamiento.

 "Clac, clac, clac" hacen las teclas al ser martilladas por los dedos, y esta noche escriben palabras que ni yo misma puedo descifrar.

domingo, 1 de abril de 2012

Una.


Estaba frío y no había luna,
había un martini y su aceituna,
encontré muertos en nuestra cuna.

Ya casi es la una
y entre nopales y tunas,
no consigo llegar a la duna.

De puras lágrimas armé una laguna,
intentando llenarte de forma alguna,
de tenerte en la cama con pasión perruna,
llorando a chorros por ser inoportuna.

En este cuento soy yo la que ayuna,
en esta tortura, no encuentro fortuna.

"Como a ninguna" dijiste,
"Como a ninguna" juraste,
"Como a ninguna" gritaste,
"Como a ninguna" lloraste,
"Como a ninguna" gemiste,
"Como a ninguna" mentiste.

Aunque la luna deje de brillar.

Aunque la luna deje de brillar y del cielo se apague todo rastro de luz, aunque las noches se tornen tan oscuras que apenas alcancemos a ver la punta de nuestra nariz al buscar un espejo, aunque los amantes pierdan el miedo a ser vistos y los de corazón herido se sientan inconsolables al no tener a quién elevar una plegaria, aunque el abismo consuma nuestro ser y las penumbras se burlen de la luna... Aquí estaré.