domingo, 13 de noviembre de 2011

Otoño.

A veces, las palabras y las cosas son lo mismo. Sólo a veces y cuando eso sucede no siento remordimiento de nombrar las cosas por su nombre más gastado. No hay pudor alguno en decir que vengo con un abrazo tatuado al cuerpo. No hay pudor y todo es estremecimiento. Decirnos a nosotros mismos cosas simples es un acto de heroismo, como encender la luz y sonreír.

Querría aquí describir la respiración entrelazada, la saliva, esa forma ductil del cuerpo cuando es cuerpo y sólo cuerpo. Querría aquí las palabras y los ojos que se van viajando. Pero sólo atino a describir la forma lenta de pasearte por la habitación mientras te vistes, mientras bebes té y sonries, mientras toda la calma te embarga, mientras la tempestad se duerme y luego resucita. Pero sólo puedo hablar del incendio del aliento.

1 comentario:

  1. Qué puedo decir que no sepas? ya lo sabes... me encantan tus letras, así como tú me encantas. Extrañaba leerte, no se que paso, pero por algo deje de seguir tus letras un momento.

    Y lo vuelvo a repetir, me gustaría poder escribir como lo haces tú.

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